Obras comentadas
Desconocido - Sin título [Niño Jesús o Dulce Nombre de Jesús]
Desconocido - Sin título [Sagrada Familia con San Juan Bautista]
Achille Clément Bigot - Los niños Bonnefil Quirós
Enrique Echandi Montero - Retrato de mis hijos [Retrato de Flora y Guido Echandi Kisch]
Tomás Povedano de Arcos - Con las glorias se van las memorias
Filippo Indoni - Pastor y niña
Luisa González Feo - El pintorcito [Retrato de Guido Sáenz a los 6 años]
Francisco Amighetti Ruíz - Conflicto entre niño y gato
Tomás Povedano de Arco - El gorrión [Se fue]
Sonia Romero Carmona - Patricia con vestido rojo
Alberto Murillo Herrera - Viaje infinito
Néstor Zeledón Guzmán - En la frontera
Max Jiménez Huete - Maternidad [La Llorona]
Francisco Amighetti Ruíz (1907-1998)
El niño y la nube (P.A)
1969
Cromoxilografía
Museo de Arte Costarricense
Fotografía Gabriel González
Sin título [Niño Jesús o Dulce Nombre de Jesús]
Autor desconocido [Atribuida a Manuel “Lico” Rodríguez]
S.f. (Hacia 1870)
Talla en madera de cedro policromada
45 x 18 x 13 cm
Museo Nacional de Costa Rica
Donación de Bernal Monge
El Divino Niño o Niño Jesús constituye una de las representaciones infantiles más antiguas y de mayor circulación en el arte en Costa Rica. Ya sea como figura independiente o acompañado de su madre u otros personajes, constituye una de las figuraciones más conocidas de un niño, aunque no se trate de una representación de la infancia como tal.
El cuerpo del Niño Jesús nunca es pueril; aparece dotado de atributos, cualidades y gestos de persona adulta, ya que es en realidad una representación de la sabiduría y del espíritu divino, y no de un niño real. En esta lógica, la divinidad se manifiesta a través de cualidades intelectuales y físicas propias de la edad adulta. Los encargos religiosos en América Latina dieron como resultado una gran cantidad de imágenes de este niño distorsionado, generalmente dotadas de gran belleza y emotividad.
Esta talla policromada, atribuida a Manuel "Lico" Rodríguez, representa al Niño Jesús con un cuerpo regordete semejante al de un niño de cuna. Sin embargo, el personaje aparece perfectamente erguido y en actitud de contemplación sobrenatural.
Obra restaurada por el Museo Nacional con motivo de esta exposición. Parte del proceso intervención se encuentra como recurso digital en la siguiente link:
Sin título [Sagrada Familia con San Juan Bautista]
Autor desconocido
Sin fecha
Óleo sobre lienzo
102 x 76 cm
Museo Nacional de Costa Rica
El Divino Niño constituye comúnmente una representación distorsionada de la infancia. Se trata de un niño con atributos de un adulto. Esto resulta evidente en la postura erguida, las facciones y el gesto. El Niño Jesús suele figura como el personaje principal de las escenas en las que aparece; los demás personajes, cuando los hay, gravitan e interactúan a su alrededor. Aunque es niño, se entiende como un adulto en tamaño reducido, transformándose en un ser plenamente consciente de su condición divina.
Esta noción particular del niño como recurso para la transmisión de conceptos sagrados es una tradición iconográfica originada en la Edad Media y los Tiempos Modernos en Europa. En esta época, la infancia de Jesús se toma como motivo alegórico fundamental del cristianismo, y tiene una gran difusión en la comunicación y educación religiosa de las personas. En estas imágenes no hay una búsqueda del niño, sino la construcción de un ideal de la encarnación divina.
En esta pintura perteneciente a la colección del Museo Nacional, de factura probablemente guatemalteca, se muestra la Sagrada Familia (La Virgen María, San José y el Niño Jesús) acompañados por el pequeño Juan El Bautista. El protagonista de la escena es el cuerpo de Jesús, con extrañas proporciones anatómicas. La luz cálida que cae sobre esta figura y sobre el rostro de la Virgen los destaca de la oscuridad del fondo, y representa el espíritu de Dios. Con una mirada complaciente extiende la mano al beso de su primo. Su gesto delicado y sabio no parece corresponder a su corta edad, y más bien rinde cuenta de su naturaleza divina.
Obra restaurada en 2019 por el Museo Nacional con motivo de la exposición Extraña infancia.
Los niños Bonnefil Quirós
Achille Clément Bigot [Aquiles Bigot] [Francia,1822-1884]
Retrato del niño Juan de Dios Bonnefil Quirós
1863
Óleo sobre lienzo
145 x 113,5 cm
Museo Nacional de Costa Rica
El retrato dinástico, como medio para la legitimación de legados familiares y abolengo, producto de una necesidad de mantener las diferencias de clase, es una herencia de la pintura europea que nos viene desde el Renacimiento, y que toma auge a partir del siglo XVI. Este motivo, en respuesta a la necesidad de exaltar miembros que perpetúan clanes, apellidos y poder, llega de manera tardía a Costa Rica, como un legado colonial.
El caso de los retratos de los niños Bonnefil, tanto el de Juan de Dios como el de María Josefa, son representaciones en las que los niños simbolizan la continuidad familiar. En ellos, el espectador debía ver reflejados los valores morales y materiales de una familia de alcurnia: de modales refinados, y cuya rigidez y serenidad demuestran un control y dominio del cuerpo, algo que ciertamente discrepa del comportamiento natural con los niños de esa edad.
Estos niños de postura esmerada contrastan con el paisaje agreste en el que son retratados. Estas pinturas, como muchos retratos infantiles del siglo XIX y anteriores, son representaciones que simbolizan la continuidad familiar. En este tipo de efigies, los emblemas, símbolos, ropajes y otros elementos son vehículos para denotar el poder adquisitivo de la familia y su perpetuidad en el tiempo. El encargo de estos retratos a un artista de renombre, como lo fue Achille Clément Bigot [Aquiles Bigot], así como el formato tan importante de las pinturas, evidencia su función simbólica como herramienta de propaganda.
+ Para conocer más sobre el legado e importancia de la familia Bonnefil Quirós puede consultar los siguientes artículos de prensa.
Autor anónimo (2009) Mora y Bonnefil. Foros, La Nación
Autor anónimo (2009) Feliciana Bonnefil y el Museo Nacional. Foros, La Nación
Achille Clément Bigot [Aquiles Bigot] (Francia, 1822-Costa Rica, 1884)
Retrato de la niña María Josefa Bonnefil Quirós
S.f. (hacia 1863)
Óleo sobre lienzo Museo Nacional de Costa Rica
Retrato de mis hijos [Retrato de Flora y Guido Echandi Kisch]
Enrique Echandi Montero [1866-1959]
1899
Óleo sobre lienzo
152,5 x 98 cm
Museo de Arte Costarricense
Donación de familia Balma Mena en 2018
Esta obra es un retrato de Guido y Flora, los hijos del reconocido artista Enrique Echandi. El retrato de Guido y Flora Echandi se inscribe dentro de estos dos paradigmas: por una parte es una representación de estatus y de continuidad familiar y, por otra, funciona como una apología de la infancia controlada. Este control se ejerce no solo sobre la vestimenta, sino también sobre la postura, actitud y atributos de género
Guido está en una curiosa posición con la mirada fija en el espectador, con un gesto de melancólica seriedad, aunque erguido y con el cuerpo dispuesto hacia el frente. El cuerpo de Flora está recogido en una extraña postura que parece encoger innaturalmente sus piernas, y en una posición claramente sumisa, evidenciando los marcados roles de género. El gesto de Flora es particularmente intrigante no solo por la intensidad miedosa de su mirada, sino por la razón de esta preocupación, que escapa a nuestro conocimiento, y que parece más asimilable a un gesto propio de pinturas piadosas que de retratos infantiles.
+ Para conocer más sobre esta obra, consulta la publicación "La Infancia domesticada"
Obra restaurada en 2017 con motivo de la exposición Nuevas Adquisiciones 2016-2018 del Museo de Arte Costarricense.
Con las glorias se van las memorias
Tomás Povedano de Arcos [España,1847- Costa Rica,1943]
1914
Óleo sobre lienzo
106 x 64 cm
Colección Borrasé Povedano
Esta obra constituye una representación a medio camino entre la representación del niño pobre y el campesino, que son entendidos de manera diferenciada. Este personaje, a pesar de encontrarse en una composición y postura similar a Juan de Dios Bonnefil de Achilles Bigot, es un pastor, un niño libre de las imposturas del niño aristócrata. El gesto de llevar la mano a la boca evidencia independencia y autonomía en la naturalidad de sus movimientos y su relación con el entorno. La vestimenta expresa una condición económica más humilde, pero a su vez, le imprime un bucólico aire de desenfado.
El tema del cuadro es el paso del tiempo, y el olvido que el adulto hace de la felicidad y la permanente sorpresa de la infancia.
Pastor y niña
Filippo Indoni [Italia,1842-1883]
Hacia 1896
Óleo sobre lienzo
168,5 x 114,6 cm
Teatro Nacional de Costa Rica
Esta obra, de magnífica factura técnica, fue pintada por un reconocido artista italiano que trabajó con gran interés las escenas de paisaje y campesinos de la campiña romana. Sus obras reflejan el gusto por la vida pastoril, asociada a un modo de vida más simple por oposición a la vida citadina y proto-industrial. Esta obra, aunque realizada en el extranjero, llega al país y se convierte tardíamente en un elemento decorativo del Teatro Nacional de Costa Rica, uno de los recintos culturales más importantes. Debido a que la obra siempre ha formado parte de esta institución, le ha permitido estar al alcance del público prácticamente desde su llegada, siendo un modelo a seguir y una referencia para los artistas nacionales de gusto y formación académica.
La obra muestra a un pastor con su hija, a la cual el primero ayuda a tomar agua mientras comparten miradas. Es destacable que la niña ocupa un lugar preferencial en la composición. Su mirada emotiva le confiere una expresividad particular. Los ropajes evidencian la naturaleza humilde de los personajes, aunque dotados de gran dignidad.
La figura de la infancia se integrará, en el siglo XX, a la visión exaltada de las clases campesinas, lo cual será un motivo asumido por la Nueva Sensibilidad durante la primera mitad de ese siglo.
+ Para conocer más sobre la colección del Teatro Nacional visite su galería en línea:
El pintorcito [Retrato de Guido Sáenz a los 6 años]
Luisa González Feo (1899-1982)
1935
Óleo sobre lienzo
98 x 62 cm
Colección particular
El interés por la producción creativa infantil y por la mirada del niño, encontrará su eco en la obra de numerosos artistas de las vanguardias del siglo XX como Henri Matisse, Joan Miró, Pablo Picasso y Jean Dubuffet, entre otros. Algunos de ellos compendiaron extensas colecciones de dibujos hechos por niños y otros observaron a sus propios hijos en el acto de crear.
En esta obra, Luisa González Feo representa a su hijo Guido, de seis años de edad, solo en un interior, y completamente absorto en la contemplación de su propia creación artística. Es una infancia acompañada tácitamente por su madre, quien lo observa desde el ángulo de visión de un adulto que mira al niño en picada. La ausencia de movimiento corporal funciona como una negación de la energía primitiva y salvaje y pone el acento sobre la vida creativa del niño y sobre su independencia intelectual. El pequeño es retratado como un artista en potencia, no solo capaz de expresión creativa, sino de contemplación y reflexión sobre su propia obra.
+ Esta obra participó en la Exposición Centroamericana de Artes Plásticas del Diario Costa Rica, 1935.
Conflicto entre gato y niño
Francisco Amighetti Ruiz [1907-1998]
1969
Cromoxilografía, (P.A IV-X)
43 x 61 cm
Museo de Arte Costarricense
La asimilación del niño al animal (salvaje) es un dispositivo explorado por las vanguardias del siglo XX. En Conflicto entre gato y niño de Francisco Amighetti, el artista yuxtapone ambas creaturas en una representación sutilmente oscura de la niñez. La dureza del rostro y la violencia inminente de la escena nos sumergen en un espacio arcaico. Lejos del retrato sentimental, el niño de Amighetti es, como el gato, una pequeña fiera a punto de atacar.
"En "Conflicto entre niño y gato" Amighetti equipara, no sin cierta ironía, la furia de las dos criaturas, tan parecidas en su enfrentamiento. Dentro de esta temática, sin embargo, son sin duda "El niño y la nube" y "La niña y el viento" las dos obras más logradas en virtud de su asombroso poder poético." (1)
1. Echeverría, Carlos. Sobre Amighetti. Suplemento Cultural de Excelsior (06/08/1977).
Patricia con vestido rojo
Sonia Romero Carmona [1929-…]
1981 (retocado en 2016)
Lápiz de color sobre papel
75 x 55 cm
Museo de Arte Costarricense
Donación de la artista en 2016
Los niños suelen ser un motivo recurrente de las artes plásticas, ya sea desde la exploración de alguna idea compleja, hasta el ejercicio técnico con un modelo para capturar el natural. Destacados artistas nacionales han realizado retratos de sus familiares cercanos, hijos de amigos y vecinos. Los retratos modernos de niños suelen estar cargados de la personalidad del infante, pero tamizados por el interés plástico y emotivo del artista. En el caso de Patricia con vestido rojo, se puede observar cómo la artista fusiona un rostro infantil con un cuerpo que tiene proporciones adultas, además de denotar un estilo de vida particularmente humilde, que se manifiesta en los pies y las manos particularmente toscos.
+ Esta obra formó parte de la exposición Nuevas Adquisiciones 2016-2018 del Museo de Arte Costarricense.
El gorrión [Se fue]
Tomás Povedano de Arcos (España, 1847-Costa Rica, 1943)
S.f.
Óleo sobre lienzo
61.5 x 43 cm
Colección Borrasé Povedano
La infancia es utilizada como un recurso para abordar una idea mucho más compleja; en el caso de esta obra, el artista utiliza al niño para abordar la idea de la fugacidad de la vida. Estas obras de Povedano pueden ser consideradas como “vanitas”, un género de pintura que surge en el barroco, en el cual se busca generar una actitud reflexiva en torno a la muerte, lo transitorio de lo material, lo perecedero de aspectos como la belleza y la riqueza.
En esta obra las flores, las frutas y el ave, hacen referencia a los sentidos (vista, gusto, tacto, olfato y oído), pero el niño se presenta como un elemento aún más conceptual: representa la inocencia que rápidamente se pierde para no volver.
Viaje infinito
Alberto Murillo Herrera [1960-…]
2004, impresión 2019
Cromoxilografía (6/25)
122 x 75 cm
Museo de Arte Costarricense
Donación recibida en 2019
Este grabado de gran formato está construido como una metáfora en la que se visualiza a la humanidad como un niño que transita del bosque (oscuridad) al espacio abierto (luz). Es importante destacar que el hijo del artista, que sirvió de modelo, nació en el año 2000. Este momento simbólicamente representa el paso hacia el siglo XXI, y desde una visión positivista, se relaciona a las jóvenes generaciones con el futuro de la humanidad, donde podrán explotar potencial gracias a los avances tecnológicos.
El viaje, representado por el tren y la ruta, se transforma de esta manera en una referencia a las redes de comunicación y movilización que conectan el mundo contemporáneo. La importancia del cambio al nuevo siglo queda remarcada en la estilización de los árboles, ya que los cinco primeros forman las letras XXI. La obra no buscar ser una representación de la infancia, ni un retrato, sino que utiliza el recurso del niño como metáfora de la humanidad que mira hacia el futuro, en un viaje infinito
+ Esta obra formó parte de la exposición y catálogo "Alberto Murillo: 20 años de estampasión (1989-2009)". Escuela de Artes Plásticas, Universidad de Costa Rica.
+ Esta obra formó parte de la exposición "Alberto Murillo, xilógrafo, y tres generaciones", 2014.
En la frontera
Néstor Zeledón Guzmán [1933-…]
1979
Grafito y tiza blanca papel craft
120 x 95 cm
Colección Sociedad Néstor Zeledón Ltda.
En las zonas rurales, aún hace pocas décadas, era una costumbre que las niñas llevaran el almuerzo, conocido popularmente como “diario”, a sus padres y hermanos mientras estos laboraban en el campo. Durante la Revolución Sandinista, ocurrida en nuestro vecino país Nicaragua, una familia vivía en suelo costarricense pero el padre trabajaba del otro lado de la frontera, en Nicaragua. Un día, una niña de esta familia llevaba el almuerzo a su padre y fue asesinada por las fuerzas militares extranjeras creyendo que se trataba de una espía.
Esta impactante historia, perdida entre los avatares del enfrentamiento militar, llegó al artista Néstor Zeledón, quien la interpretó en esta obra. Aunque se trata de una historia y una niña reales, más allá del registro de una escena, la obra nos muestra a los niños como símbolos de la población afectada por conflictos bélicos. La niña, que yace en la frontera del lado de Costa Rica con el “diario” en el suelo, es la personificación de las víctimas inocentes.
Maternidad [La Llorona]
Max Jiménez Huete
Hacia 1944
Óleo sobre lienzo
109 x 77 cm
Colección particular
En la tradición folclórica costarricense, así como casi de manera generalizada en América Latina, está presente la historia de la Llorona, también conocida localmente como la Tulevieja. La Llorona es el alma en pena de una mujer que habiendo perdido a su hijo, se dedica a vagar por las noches en las orillas de los ríos, buscándolo, mientras emite un espeluznante llanto.
En la obra de Max Jiménez se puede observar una mujer, que por su cara parecida a la de un caballo también podría hacer referencia a la Cegüa. Sin embargo, es también probable que el interés del artista por la figura equina se refiera a la modernidad parisina de la que participó en los años 1920. Particularmente, podría hacer referencia a la obra de Pablo Picasso, quien incorporó al caballo a la iconografía de esta escuela, a partir de las máscaras rituales africanas que sirvieron de inspiración plástica a su obra, y a la de otros artistas de esta época. Algunas de estas máscaras, a su vez, retomaban la figura del caballo con formas estilizadas, y tenían un propósito y uso religioso y/o ritual. Eran usualmente comercializadas como “objetos curiosos” en diversos mercados y plazas públicas durante el periodo colonial de Francia en varios países africanos.
Esta mujer espectral, con cara de caballo, carga a un niño desnudo, que por estar de espaldas resulta anónimo.
La historia de la Cegüa es utilizada como herramienta pedagógica para para controlar la conducta de los infantes, a los cuales se les amedrenta con la amenaza de que si no se comportan de la manera correcta, serán llevados por la Llorona. Es entonces que ese niño que carga en brazos no es el hijo de la Llorona, sino el niño desobediente.
+ Para conocer más sobre Max Jiménez revisar la siguiente publicación:
Herrera, Bernal. Max Jiménez: Su caleidoscopio estético. Áncora, La Nación (05/09/1999)
Sin título [Capítulo 9: La casita de las torrejas]
Hugo Díaz Jiménez (1930-2001)
S.f. (hacia 2005)
Ilustración para Cuentos de mi tía Panchita de Carmen Lyra
Reproducción en impresión digital
Desde su primera publicación en 1936, los Cuentos de mi tía Panchita han sido ilustrados por distintos artistas; entre ellos Juan Manuel Sánchez, Hugo Díaz Jiménez -para Editorial Legado- y a partir de 2015, Ruth Angulo -para Editorial Uruk. Esta obra literaria fue apropiada por el Parque Nacional de Diversiones, específicamente la sección Cuentos de tío Conejo, para su organización temática, principalmente para las áreas infantiles. Esto potenció que los personajes se convirtieran en parte del imaginario costarricense asociado a la infancia y la niñez de generaciones más jóvenes.
La ilustración para cuentos infantiles ha sido una actividad muy fecunda entre artistas consolidados de diversos países. Los dibujos terminan convirtiéndose en parte indisoluble de la obra literaria y transformando el imaginario que el público tiene de esta. Un caso similar son las ilustraciones de Sir John Tenniel en 1864 para las obras de Lewis Carroll: Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo y lo que Alicia encontró allí.
+ Cuentos de mi tía Panchita de Carmen Lyra (María Isabel Carbajal), 1920.
Libro completo. Imprenta Nacional, versión digital en PDF, 2012.
Sin título [Capítulo 1: En el barco viene una rosa]
Hugo Díaz Jiménez (1930-2001)
S.f. (hacia 2000)
Ilustración para Cocorí de Joaquín Gutiérrez Mangel
Reproducción en impresión digital
Editorial Legado (originales)
Las ilustraciones del libro Cocorí, realizadas por Hugo Díaz Jiménez, han sido un elemento indisociable de esta obra literaria desde que se realizaron para la edición del Editorial Universitaria Centroamericana EDUCA en 1997. En el año 2000 Editorial Legado comisionó nuevas ilustraciones con ajustes según lo sugerido por el autor del libro, Joaquín Gutiérrez.
+ Cocorí de Joaquín Gutiérrez Mangel, 1947.
Libro completo. Versión digital en PDF, sin fecha.
Otras ilustraciones de la misma serie: